Bandera del Orgullo Progresista. (Imagen de Bigstock, de Washington Blade)
NUEVA YORK (AP) | Durante más de tres décadas, la rabina Sharon Kleinbaum ha dirigido la sinagoga LGBTQ+ más grande de Estados Unidos a través de los innumerables altibajos del movimiento contemporáneo por los derechos de la diversidad sexual: a lo largo de la crisis del sida, el asesinato del estudiante gay Matthew Shepard y los avances históricos en materia de derechos civiles que incluyeron el matrimonio igualitario y, más recientemente, la reacción contra los derechos de las personas transgénero.
Ahora dejará ese cargo y se jubilará. La sinagoga de la ciudad de Nueva York que encabezó durante 32 años —la Congregación Beit Simjat Torá, en el centro de Manhattan— tendrá que lidiar con su identidad después de que durante tanto tiempo la gente la identificara por su famosa rabina.
Su jubilación también llega en un momento desafiante para el movimiento por los derechos LGBTQ+. El matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en todo el país, pero los políticos conservadores promulgan restricciones a la atención médica para personas transgénero, restringen el plan de estudios LGBTQ+ en las escuelas y proponen prohibiciones a las actuaciones de drag queens.
“He tenido la bendición y el privilegio de contar con la oportunidad de utilizar los dones que tengo en nombre de la visión de Dios para el mundo”, dijo Kleinbaum en una entrevista. “Tengo mucha, mucha suerte de haber podido hacer esto. Pero siento que ahora es el momento de hacer espacio para una generación más joven”.
Apoyada por su congregación y por políticos de izquierda, Kleinbaum, de 65 años, enseñó una audaz visión progresista del judaísmo que resonó más allá del enclave de Manhattan y del judaísmo liberal. Cuando Donald Trump fue elegido presidente, Kleinbaum hizo que la sinagoga se acercara a los musulmanes. La congregación también construyó una clínica de inmigración para ayudar a los refugiados LGBTQ+ en partes hostiles del mundo a obtener asilo en Estados Unidos.
“Es un llamado religioso ayudar al inmigrante. Veo que eso es tan profundamente importante para (la sinagoga) como lo es dirigir los servicios del viernes por la noche”, dijo Kleinbaum.
La congregación Beit Simaj Torá, más conocida como CBST, tiene aproximadamente 1.000 miembros que pagan. Unos 4.000 judíos, desde no religiosos hasta ortodoxos, se presentan a los servicios de las festividades más sagradas, históricamente celebrados en el Centro de Convenciones Jacob Javits de Nueva York, en el lado oeste de Manhattan.
Los feligreses habituales del templo han sido personalidades muy reconocidas de los medios y figuras históricas LGBTQ+. Edie Windsor, quien demandó y ganó para revocar la Ley de Defensa del Matrimonio, asistió regularmente mientras vivió. Andy Cohen, famoso por “Real Housewives”, está allí con regularidad. Joan Rivers se presentó en la festividad de Yom Kipur. La esposa de Kleinbaum es Randi Weingarten, presidenta del sindicato de docentes más grande del país.
Nombrada al puesto en 1992, Kleinbaum pasó gran parte de su primer año sepultando a miembros de su congregación, muchos de los cuales murieron de sida. La necesidad de tener a un rabino asalariado que brindara atención pastoral fue una de las razones más importantes para que CBST la contratara. Uno de sus primeros funerales fue para un miembro del comité de búsqueda que la contrató.
La década de 1990 trajo consigo una mayor visibilidad de gays y lesbianas en la esfera pública, pero también la aprobación de la Ley de Defensa del Matrimonio federal, que definía que el matrimonio era solamente entre un hombre y una mujer.
“Al principio ella realmente hacía un trabajo de triaje rabínico, trabajando con una comunidad que al final vio (a un tercio) de sus miembros morir de sida”, dijo William Hibsher, miembro de CBST durante varias décadas que estaba allí cuando Kleinbaum fue nombrada al puesto.
Hibsher no era un judío practicante en los primeros años de la década de 1990, pero dijo que se sintió inspirado por el trabajo de Kleinbaum, al igual que por la atención que ella le brindó a la pareja de él, que murió de sida a mediados de ese decenio. Posteriormente se involucró mucho con la sinagoga e incluso formó parte de su junta directiva y ayudó a recaudar millones de dólares para su ubicación actual en la calle 30 oeste.
Cuando Nueva York legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2013, Kleinbaum se paró en el parque frente a la oficina matrimonial y celebró bodas entre personas del mismo sexo al aire libre. Entre las parejas que casó en 2014 había dos hombres que pasaron 20 meses en la planeación de su boda, que se celebró en lo que solía ser un teatro de Broadway.
Kleinbaum no ha especificado qué planea hacer cuando se jubile, pero dijo que probablemente continuará con su trabajo en pos de la justicia social o en la política de los demócratas. CBST le ha otorgado el título de “rabina emérita sénior” para mostrar cierto nivel de vinculación ahora que deja el cargo, pero la bimá —el podio desde el que se lee la Torah— en CBST ya no será suya.
Incluso personas que serían consideradas sus adversarios ideológicos han encontrado puntos en común para colaborar con ella en cuestiones de libertad religiosa y derechos humanos.
Cuando el presidente Joe Biden nombró a Kleinbaum para la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF, por sus siglas en inglés), que monitorea e investiga la libertad de expresión religiosa en todo el mundo, ella fue uno de los comisionados junto con Tony Perkins, jefe del Family Research Council, un organismo de investigación sin fines de lucro que se opone al movimiento por los derechos LGBTQ+.
“Ella es capaz de dar un paso atrás para ver dónde (dos personas con fuertes diferencias ideológicas) pueden coincidir en temas centrales, y darse cuenta de que allí es donde podemos encontrar puntos en común”, dijo Fred Davie, viejo amigo de Kleinbaum y administrador del Union Theological Seminary, un seminario liberal cristiano.
Kleinbaum se desempeño durante dos mandatos en la USCIRF. El primero terminó al comenzar el 2020 cuando decidió centrar la atención en su congregación durante la pandemia de COVID-19. Para ella y la congregación, era un terreno familiar después de la crisis del sida.
“Supimos inmediatamente muchos de los elementos con los que tendríamos que lidiar: aislamiento, soledad, miedo”, dijo Kleinbaum. “Había diferencias, por supuesto, con el sida, pero muchas cosas eran tan suficientemente similares que casi se sentían como una reacción instintiva”.
Para la congregación, parece haber cierto grado de incertidumbre sobre cómo será la sinagoga sin ella. CBST, al igual que muchas congregaciones, se inclina hacia los miembros de mayor edad; muchos han estado con Kleinbaum desde el principio.
Este año, la sinagoga nombró a Jason Klein para que sea el nuevo rabino principal; comenzará el 1 de julio. Pero el consenso entre los miembros parece ser que Kleinbaum es simplemente irremplazable.
“Creo que la gente, en el fondo de su corazón, quería encontrar una Kleinbaum 2.0 para reemplazarla”, dijo Hibsher. “Hay un panorama de sinagogas progresistas maravillosas en todo Manhattan. Así que parte de la pregunta para la congregación será: ¿existe la necesidad de una sinagoga LGBT en el año 2024? Creo que la hay”.
Si bien Kleinbaum expuso sus planes de dejar CBST hace un año, hubo gritos ahogados entre los asistentes a los servicios de Yom Kipur en septiembre pasado cuando se mencionó que ella ya no dirigiría CBST. Su penúltimo servicio de shabat, celebrado el 21 de junio, estaba lleno a reventar. La oradora principal fue Letitia James, la fiscal general estatal de Nueva York.
“Lo más importante es que nos ha dado un espacio”, dijo James mientras usaba las manos para señalar a la sinagoga y la multitud que abarrotaba el lugar. “Este espacio. Donde podemos estar seguros. Donde podemos ser libres”.